lunes, 27 de enero de 2014

Si juegas con fuego...



Te quemas. O como decía mi madre, te haces pis en la cama. La magia es que aun así, juegas con fuego. Además juegas como si fuese lo único con lo que puedes jugar, lo único que te llama la atención, lo único con lo que merece la pena enredar aunque enredes hasta quemarte las yemas de los dedos, lo único que te da luz y esperanza para seguir jugando. ¿Comprendes? Te ayudo:

   “Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas”
                                                                             JACK KEROUAC, En el camino.

La gente que me interesa siempre es inflamable. Será qué yo soy el primer loco y el primero que se quema. Pero la verdad es que todo lo que me atrae me acaba metiendo en problemas. Siempre empieza como un juego, porque claro Yo soy YO, “a mi quien me va a toser?” yo puedo con todo y más.
 Hemos venido aquí a pasárnoslo bien y eso es lo único que pretendo hacer. Pero claro, las cosas te enganchan y más si son inflamables. Tienen ese brillo o ese no sequé incandescente que te hace caer como un bobo y mirarlo como si fuese tuyo, como si la llama que arde fuese arder para siempre, pero cerca de ti. Que tonto eres y que razón tenía tu madre. Te estás haciendo pis en la cama. Pero oye, no todos son como tú. Los hay que huelen a quemado y corren colina abajo en busca de un río o un camión de bomberos; los hay que llevan un extintor en cada bolsillo y no dudan en usarlo.
Al menos tú tienes principios, y te encanta esa sensación de control. Lo que no sabes es que ese control te lleva al completo descontrol por que quieras o no el fuego brilla más que tú, si lo persigues es porque lo que su llama tiene no lo tiene la tuya. Quizá te supere en locura o quizá no, pero brillar, brilla más que tú.  Entonces se convierte en algo personal y ahí amigo tenemos un problema. Ya estamos perdidos. La llama se te mete en la cabeza y solo sale de ella los 90 minutos que dura el partido del Madrid, que claro es lo único sagrado que cualquier persona de bien debe de tener en su vida, esos 90 minutos no hay llama que interrumpa. Pero después. Silencio, se quema. Y se quema y se quema. 

Tú loco ingenuo que todo lo controlabas, que pensabas que jugar con fuego no era más que eso, un juego. Te salió el tiro por la culata y ahora tienes que empezar a buscar el teléfono de los bomberos, ese teléfono que pensaste que tú nunca usarías, que solo los cobardes apagan los fuegos. Que a ti te encanta el olor a napalm por la mañana. Pero tranquilo, allá donde hubo fuego siempre quedaran cenizas, y a nosotros con cenizas nos basta y nos sobra para fabricar napalm. Así que amigo respira, tomate tú tiempo y vuelve a quemarte. Quémate. Quémate tanto que se te borre la huella dactilar y no seas más que un loco haciendo locuras, que se necesitan más locos y menos bomberos. Que si no te quemas ahora, jamás lo vas a hacer y que si somos jóvenes es solo para cometer errores, para hacer locuras, insensateces,imbecilidades....GILIPOLLECES.

En la vida quien no arriesga no gana, y tú no eres ningún huevón. Te podrás llevar muchas hostias o quemar mil veces, pero no dirán que no lo has intentado, tampoco dirán que huiste colina abajo al grito de “AGUA, POR FAVOR DADME AGUA.”  No amigo, nosotros no. Ese no es nuestro rollo. Kamikazes en tiempos de vino y rosas, pero ojo, con clase. Cada vez que me lo pides lento o cada vez que escupes lava, pero siempre con clase. Porque esta mal romper las ventanas de un bloque, lo sabes y sino empezaremos a silbar.



Martin Sheen.


XVIII

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